La
sirena más famosa en este viaje de Odiseo era Parténope, era la
menor de todas las sirenas y una de las más bellas.
Su mascotas eran los inteligentes delfines los cuales la mantenían informada de todos los movimiento de su amado Odiseo. Ella se enamoró de su inteligencia y arrogancia.
La
hermosa sirenita quedó encantada con Odiseo, por eso al enterarse de
su viaje a Ítaca sabia que pasaría cerca de su isla. Para ver a su
amor secreto ella se adorno su hermoso cuerpo con algas, soltó su
larga cabellera de espumas, y su cara la adornó con una mirada
brillante por el amor. La espera fue sentada impacientemente en una
roca.
Odiseo,
al saber que navegaría por territorio sireno, le ordenó a toda su
tripulación taparse los oídos con cera y que lo amarraran al mástil
de su barco, sin importar sus suplicas para ser soltado debían
seguir remando.
La
pobre Parténope cantó y cantó hasta quedarse sin voz, fue tanto lo
que cantó que hasta su vista perdió, el barco de su amado paso.
Odiseo pasó de largo y siguió hasta Ítaca.
El
trágico destino de nuestra querida sirena fue la muerte, eso le
sucede a todas las sirenas que no consiguen retener al mortal, deben
morir.
Su
cuerpo fue arrastrado por la corriente hasta llegar al actual Golfo
de Nápoles. Unos pescadores al ver semejante belleza y al darse
cuenta de quién era ella, la sepultaron con todos los honores que
una sirena merece, su sepulcro tiene escrito su nombre, la ubicación
exacta en el la colina de Pizzofalcone en Nápoles.
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